VÍDEO INFORMATIVO ACERCA DEL CÁNCER DE CUELLO UTERINO Y DE SU PREVENCIÓN
lunes, 26 de marzo de 2012
domingo, 25 de marzo de 2012
sábado, 10 de marzo de 2012
HISTORIA DEL CANCER DE CUELLO UTERINO
El cáncer de cuello uterino o cervical, es un
problema de salud mundial para todas las mujeres debido al alarmante número que
ha sido víctima de esta enfermedad que además ha cobrado muchas vidas. Durante siglos, la causa del cáncer de cuello
uterino era desconocida. No fue sino hasta el siglo XX que los científicos
entendieron que la enfermedad era causada por la exposición al virus del
papiloma humano (VPH). Las vacunas contra algunas formas del virus están
ampliamente disponibles, pero en la mayor parte de la historia, las causas del
cáncer de cuello uterino fueron totalmente malinterpretadas.
REFERENCIAS CLÁSICAS:
La enfermedad ha sido conocida desde la
antigüedad. En el año 400 a.C, el médico griego Hipócrates
escribió acerca de la enfermedad e incluso intentó tratar el cáncer con un
procedimiento conocido como la traquelectomía,
aunque se encontró con que nada erradicaba por completo el cáncer. Este procedimiento, fue utilizado más tarde por
un breve período en la década de 1940, implica la extirpación del cuello
uterino y la vinculación directa del canal vaginal hacia el útero.
TEORÍAS ERRÓNEAS DE LA CAUSALIDAD:
Durante
siglos, los médicos estaban confundidos en cuanto a la causa del cáncer
cervical.
La
primera teoría saltó a la fama en 1842 en Florencia, cuando
haciendo un estudio sobre las muertes por cáncer, el profesor Domenico
Rigoni-Stern detectó una curiosa diferencia entre las monjas y las mujeres
casadas de la localidad. Mientras las primeras tenían mayores tasas de cáncer
de mama, las mujeres desposadas sufrían con más frecuencia el de cuello de
uterino. No andaba lejos de la verdad el pionero italiano cuando se atrevió a
aventurar la posibilidad de que el
cáncer de cérvix tuviese algo que ver con las relaciones sexuales que mantenían las casadas y no las
novicias. De estas últimas, dijo, que eran víctimas a su vez de los apretados
corsés que vestían debajo del hábito y a los que él culpaba de los tumores
mamarios. En eso sí se equivocó.
En
1950, los médicos estaban convencidos de que el cáncer de cuello uterino era
causado por la circuncisión y la suciedad acumulada en el
prepucio en los hombres y en los labios menores en las mujeres (esmegma).
En
1970, la idea que prevalece en América y además
el cáncer de cuello de uterino es relacionado con el herpes, idea que
también resultó incorrecta.
Además
de todas estas hipótesis surgieron otras como el bajo
consumo de sal a través de los productos del cerdo que protegería a las mujeres
judías, o incluso a un castigo divino contra la promiscuidad sexual.
PRIMEROS AVANCES
CUERNOS MISTERIOSOS!
Aunque la mayoría de los médicos estaban
completamente en la oscuridad en cuanto a
la comprensión del cáncer de cuello uterino, un médico tuvo un avance
que provino de una fuente poco probable.
En 1930, otro curioso hecho llamó la atención del doctor
Richard Shope, de la Universidad de Rockefeller (EEUU). En una visita al campo
con un amigo cazador, Shope oyó hablar por primera vez de las liebres con
cuernos, una rareza que le puso sobre la pista de la relación de este cáncer
con un virus.
Las astas que adornaban la cabeza de algunas liebres eran en
realidad enormes verrugas causadas por un virus,
tal y como pudo comprobar Shope después de molerlas, filtrarlas en una vajilla
de porcelana y obtener minúsculas partículas con las que infectó a otros
ejemplares sanos. Estas liebres sanas también desarrollaron la protuberancia en
su cabeza tras el contagio y el experimento apuntaló la teoría vírica. Una idea
que no volvió a retomar con éxito otro investigador hasta la década de los
setenta.
Mientras tanto, y coincidiendo con la creación del Estado de
Israel en la década de los cincuenta, los epidemiólogos se preguntaban por qué
entre las mujeres judías había menos casos de cáncer de cuello de útero que entre
las féminas de otras religiones. Y aunque al principio se pensó
que la circuncisión de sus maridos lograba protegerlas, pronto se desechó la idea al
comprobar que entre las musulmanas, con maridos igualmente circuncidados, las
tasas de cáncer eran mucho más elevadas.
El factor religioso volvió a aparecer en esta
historia de palos de ciego cuando se apuntó la posibilidad de que la
abstinencia sexual durante la menstruación protegiese a las mujeres ortodoxas
de este cáncer. Como ocurrió en el caso de las judías, poco a poco, el cerco de
las sospechas sobre los posibles factores de riesgo fue cerrándose en torno a
la pobreza y a la existencia de múltiples compañeros de cama.
VERRUGAS DE VACA
Harald Zur Hausen retomó la idea de los virus en
1970 a partir de los estudios con liebres, y en 1980 gracias a los avances en
la tecnología del ADN, fue capaz de demostrar que el misterioso virus era el
del PAPILOMA HUMANO, además de eso,
logró aislar dos cepas de este virus, de las que hoy se sabe que están implicadas
en el 70% de los tumores de cuello del útero. Con la causa del cáncer de cuello
uterino finalmente entendió que se podía emprender la búsqueda de hallar
mejores tratamientos y vacunas.
Sin embargo, pronto surgió un nuevo obstáculo en
el camino hasta la vacuna: las verrugas genitales que sufrían las mujeres contenían
muy poca cantidad del virus, insuficiente a todas luces para investigar.
Para solventar este reto, un trío de
investigadores de la Universidad de Rochester (EEUU) buscó ayuda en las vacas. Con la
colaboración de veterinarios de la zona, William Bonnez y su equipo recogieron muestras de verrugas
bovinas, que gracias a su tamaño similar a una naranja les permitió obtener
suficiente cantidad del virus.
Sin embargo, para que sus trabajos diesen frutos,
los científicos se dieron cuenta que no era suficiente con las muestras bovinas
del virus y aprendieron a cultivar la versión humana del papiloma en el
laboratorio. Para ello, y dirigidos por Robert Rose, de la misma universidad,
infectaron muestras de prepucios desechados durante las operaciones de
circuncisión con virus procedentes de verrugas genitales humanas.
El injerto resultante fue trasplantado en ratones
de laboratorio incapaces de rechazar el tejido extraño y, esta vez sí, los
quistes resultantes contenían suficiente cantidad de papilomavirus de origen
humano.
UNA LUZ DE ESPERANZA…
En el 2006, la vacuna Gardasil fue aprobada por
los Estados Unidos, como factor de prevención del cáncer del cuello uterino.
Esta vacuna es eficaz contra cuatro cepas del Virs del Papiloma Humano (VPH)
diferentes. Dos de ellas, la 16 y la 18, son responsables del 70% de los
tumores en el cuello uterino; mientras que los otros dos (de los tipos 6 y 11)
causan el 90% de las verrugas genitales. La terapia requiere tres dosis de la
vacuna en un plazo de seis meses, aunque existen aún dudas sobre cuánto tiempo dura
su protección a largo plazo y si serán necesarias dosis de recuerdo a lo largo
de los años.
En mayo de 2007, en Australia la vacuna Cervarix,
recibió la aprobación para mujeres entre los 10 y 45 años. La vacuna está
diseñada para prevenir únicamente la infección de las cepas 16 y 18 del Virus
del Papiloma Humano, causantes de cerca del 70% de los casos de cáncer cervical
relacionados con el Virus del Papiloma Humano.
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